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“LA AUTORIDAD EN LA FAMILIA” 
                                                   Por Beatriz Manrique 
Es necesario  incentivar a los padres a tomar conciencia de la importancia de ejercer la autoridad en los hijos, y, ofrecerles maneras efectivas de hacerlo. Al ejercer autoridad, los padres permiten que los hijos crezcan maduros, equilibrados, sanos emocionalmente, con valores éticos, morales, con derechos pero también con obligaciones para consigo mismos y con la familia, y por ende con la sociedad. 

Es abismal la diferencia que existe entre la autoridad que ejercían nuestros padres y la que ejercen los padres actuales: la primera fuerte, decidida, definida, sus efectos fueron positivos; la segunda permisiva, consentidora, cuyos efectos negativos se evidencia en varios aspectos: disciplina, rendimiento escolar, conflictos recurrentes, falta de respeto a padres, hermanos, autoridades, etc. 

La autoridad debe ser ejercida de acuerdo a la edad de los hijos e hijas; tomar en cuenta las características y las actitudes más comunes de los y las adolescentes frente a la autoridad de los padres es requisito indispensable para medir las exigencias de lo que se puede y debe pedir. 

Los defectos más frecuentes en los que caen los padres en el ejercicio de la autoridad y que dificulta su implementación, por ejemplo la inconsistencia, a veces se exige a veces no; las contradicciones, distintas formas de reaccionar frente a un mismo echo; la falta de acuerdo entre la pareja que los lleva a desautorizar o descalificar la autoridad del cónyuge.

 Consciente o inconscientemente los hijos terminan manipulando la ausencia o escasa autoridad de los padres, lo que les permite cumplir su objetivo, salirse con la suya; por cansancio o por impotencia de los padres, los chicos terminan haciendo lo que quieren que no siempre es lo que más les conviene ni forma adecuadamente su personalidad. 

Hay padres que no hacen buen uso de su autoridad, los padres excesivamente autoritarios y el otro extremo, los permisivos, tanto los unos como los otros, lesionan el sentido de valor, de amor por si mismo, clave en la formación del ser humano. 

A continuación algunas sugerencias para lograr que los hijos reconozcan su voz de padre y madre de familia con capacidad de influir en ellos de manera positiva: 

1. Establecer las reglas de casa y hacer conocer las consecuencias de las malas conductas. 
2. Cumplir y ser coherentes con lo que se ofrece o se dice. 
3. Ser concretos, no sermonear. 
4. Fijar tiempos en el uso del internet. 
5. Incrementar la posibilidad de éxito, darles tareas y responsabilidades que puedan realizar. 
6. Elogiar la consecuencia de las buenas acciones y conductas. 
7. Limitar la conducta negativa y luego explicar. 
8. Ir al hecho no a la persona. 
9. Demostrar confianza en sus fortalezas. 
10. Permitirles expresar lo que sienten. 
11. No desautorizarnos entre adultos. 
12. Aplicar sanciones que se puedan cumplir, cuidado con las cadenas perpetuas. 
13. Revalorar en casa el concepto de intimidad y privacidad. 
14. Acercarnos a su realidad compartiendo nuestra etapa de adolescentes. 
15. Recordar que la educación en la libertad es un acto que se realiza con intencionalidad. 
16. Fortalecer la espiritualidad. 
17. Darnos el tiempo para escucharlos 
18. Aceptar nuestros errores y ser capaces de aprender a partir de ellos. 
19. Recordar que la vieja receta a pesar de la era tecnológica sigue funcionando: “una mirada atenta y afectiva que nos permita ESTAR con ellos no SOBRE ellos”.

Después de la supervivencia, la principal necesidad de un ser humano es sentirse afirmado,validado y apreciado” (Dr. Stephen Covey)

      "TE  DI  LA  VIDA"



    Te di la vida, pero no puedo vivirla por ti.

    Puedo enseñarte muchas cosas, pero no puedo obligarte a aprender.

    Puedo dirigirte, pero no puedo responsabilizarme por lo que haces.

    Puedo llevarte a la Iglesia, pero no puedo obligarte a creer.
    Puedo instruirte en lo malo y lo bueno, pero no puedo decidir por ti.
    Puedo darte amor, pero no puedo obligarte a aceptarlo.
    Puedo enseñarte a compartir, pero no puedo forzarte a hacerlo.
    Puedo hablarte del respeto, pero no puedo evitar que seas irrespetuoso.
    Puedo aconsejarte sobre las buenas amistades, pero no puedo escogértelas.
    Puedo decirte que el licor es peligroso, pero no puedo decir No por ti.
    Puedo advertirte acerca de las drogas, pero no puedo evitar que las uses.
    Puedo exhortarte a la necesidad de tener metas altas, pero no puedo alcanzarlas por ti.
    Puedo enseñarte acerca de la bondad, pero no puedo obligarte a ser bondadoso.
    Puedo explicarte cómo vivir, pero no puedo darte vivir por ti.

    "Hay un período cuando los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos."
    Es que los niños crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes.
    Crecen sin pedir permiso a la vida, con una estridencia alegre y, a veces, con alardeada arrogancia.
    Pero no crecen todos los días, crecen de repente.
    Un día se sientan cerca de ti y con una naturalidad increíble te dicen cualquier cosa que te indica que esa criatura de pañales, ya creció!
    ¿Cuándo creció que no lo percibiste? ¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, el juego en la arena, los cumpleaños con payasos?

    El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.
    Ahora estás allí, en la puerta de la discoteca esperando no sólo que no crezcan, sino que aparezcan... Allí están muchos padres al volante esperando que salgan zumbando sobre patines, con sus cabellos largos y sueltos. Y allí están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas en las esquinas. Con el uniforme de su generación y sus incomodas y pesadas mochilas en los hombros.

    Acá estamos nosotros, con los cabellos canos.
    Y esos son nuestros hijos, los que amamos a pesar de los golpes de los vientos, de las escasas cosechas de paz, de las malas noticias y la dictadura de las horas.
    Ellos crecieron amaestrados, observando y aprendiendo con nuestros errores y nuestros aciertos. Principalmente con los errores que esperamos no se repitan.

    Hay un período en que los padres vamos quedando huérfanos de los hijos... ya no los buscaremos más en las puertas de las discotecas y del cine.
    Pasó el tiempo del piano, el fútbol, el ballet, la natación...Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.
    Deberíamos haber ido más junto a su cama al anochecer para oír su alma, respirando conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia, y a los adolescentes cubrecamas de aquellas piezas con calcomanías, afiches, agendas coloridas y discos ensordecedores.
    Pero crecieron sin que agotáramos con ellos todo nuestro afecto.
    Al principio fueron al campo, la playa, navidades, pascuas, piscinas y amigos.

    Sí, había peleas en el auto por la ventana, los pedidos de chicles, la música de moda.
    Después llegó el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento, no podían dejar a sus amigos y primeros enamorados.
    Quedamos los padres exiliados de los hijos.
    "Teníamos la soledad que siempre deseamos..." Y nos llegó el momento en que solo miramos de lejos, deseando que escojan bien en la búsqueda de la felicidad y conquisten el mundo del modo menos complejo posible.
    El secreto es esperar... En cualquier momento nos darán nietos.
    El nieto es la hora del cariño ocioso y la picardía no ejercida en los propios hijos.

    Por eso los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan incontrolable cariño.
    Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto. Por eso, es necesario hacer algunas cosas adicionales, antes de que nuestros hijos CREZCAN!!!!
    Así es! Los seres humanos sólo aprendemos a ser hijos después de ser padres, solo aprendemos a ser padres después de ser abuelos... En fin, pareciera que sólo aprendemos a vivir después de que la vida se nos va pasando... No dejes nunca de vivir, de decir TE QUIERO, somos tan pequeños!!!!. Crece cada día y vívelo como si fuera el último....


    - HIJOS  SIN  LÍMITES - 


    Una Mujer de 55 años visitaba a su hijo de 23 en la cárcel. Él estaba ahí por homicidio culposo ya que había atropellado a un niño al entrar a alta velocidad en una calle en sentido contrario tratando de escapar de una patrulla que lo perseguía por haberse pasado un alto.



    Entró al penal completamente destrozado de los huesos y en silla de ruedas ya que,  el padre de la criatura muerta se le fue a golpes,  y el policía - que ya estaba justo detrás - se hizo de la vista gorda y no lo detuvo hasta que casi lo mata...


    El hijo le decía a la Madre:  

    - Sabes Mamá, yo no soy un asesino premeditado ni un maldito desalmado, solo que ya concluí que estoy aquí porque APRENDÍ Y ME ACOSTUMBRÉ a romper reglas y a no cumplirlas jamás sin ningún límite. 

    - Ay hijo!, es que de chiquito te ponías tan difícil, cada vez que yo te daba una orden o una instrucción, me desafiabas y  hacías unos berrinches tales que yo no lo soportaba y te dejaba hacer y deshacer con tal de evitarme conflictos y de que estuvieras calladito y complacido para que tu papá no me dijera: calla a ese niño!

    Desde que tenías 3 o 4 años, cuando yo te decía:

    1) Cómete tus verduras para que crezcas sano y fuerte, me decías:  Yo no quiero ser sano ni fuerte, no me importa, ¡déjame en paz!

    2) Recoge tu cuarto:  No voy a recoger nada! Así estoy contento, ¡si quieres recógelo tú!

    3) No destruyas las cosas, cuídalas:  No me importa yo quiero jugar así, y si no me compras cosas nuevas gritaré y lloraré hasta que me las compres.

    4) En esta casa se hace lo que yo digo: No Mamá, no lo haré ¡YA NO TE QUIERO y si me hablas así, me voy a ir a otra casa!

    Y así siguió la lista interminable de instrucciones y respuestas a lo largo de la vida de este hijo REBELDE y padres PASIVOS. FLOJOS Y BLANDENGUES...

    Hasta que el hijo interrumpió a la madre GRITÁNDOLE...

    ¡¡BASTA YA MAMA!! : SOLO DIME ¿CÓMO FUE QUE SIENDO UN ADULTO LE CREÍSTE Y OBEDECISTE  A UN NIÑO TAAAAN CHIQUITO...??

    Hoy a mis 23 años estoy destrozado, infeliz y sin futuro, de nada sirvió que estudiara o que no hayamos sido pobres, le quité la vida a una criatura y de paso les arruiné el resto de la vida a ti y a mi padre!!! la vida en la cárcel es una miseria...  

    Si tu hijo  estuviera a punto de caer en un precipicio y tu lo estuvieras sosteniendo de la mano:  ¿¿¿lo apretarías con todas tus fuerzas o le detendrías la mano suavecito para que no le duela???

    Lo mismo pasa con los valores, la disciplina y las reglas. Sé responsable, apriétalo fuerte y lo salvaras del precipicio de la vida en sociedad, porque nadie a quien él dañe con su indisciplina va a tener compasión de el. Si tú, que le diste la vida y lo amas, no soportas sus berrinches, ¿Qué te hace pensar que los demás lo harán?

    Un grito a tiempo, unas nalgadas, un castigo bien impuesto, sin afán de maltratarlos o herirlos sino por "su bien",  tal vez deje una pequeña huella pero los hará sentir seguros y bien claros sobre la diferencia entre el bien y el mal. Y a la larga,  sabrán que si los cuidas y los educas bien es porque los amas y no porque te importa más tu comodidad y tu tiempo libre.

    EVÍTALES LA INFELICIDAD DE LA DISCIPLINA impuesta por la sociedad y/o  la ley o hasta la muerte a manos de otros o el suicidio por la culpa de sus propias faltas...



      
    AYUDÁNDOLES A CRECER COMO PERSONAS
    Yolanda Urkijo


    Hoy en día, ya se ha demostrado que el tener un alto coeficiente intelectual o el ser un experto en determinada materia, no es ninguna garantía de éxito profesional ni de una vida feliz.


    Esta sociedad en la que vivimos, cada vez valora más a aquellas personas que se conocen a sí mismas, que tienen autocontrol, que son equilibradas emocionalmente o que demuestran empatía. Por este motivo, desde educación infantil debemos ir sentando las bases y dedicar nuestro esfuerzo a educar el corazón y los sentimientos de los niños.


    Es primeramente en la familia donde se le presentan a los hijos las virtudes que se quieren transmitir, tales como: el orden, el trabajo, la fortaleza, la sinceridad, la generosidad, etc., pero un importante ámbito, donde los niños pondrán en práctica aquello aprendido, será el de las relaciones sociales.


    Es aquí donde me quiero centrar, con el propósito de señalar algunos aspectos, en los que tanto padres como profesores debemos colaborar para que nuestros hijos y alumnos vayan creciendo como personas.

    - Enseñar a compartir. Los niños a estas edades son bastante egocéntricos, una buena manera de abrirse a los demás es a través de la generosidad y ésta puede empezar con un simple intercambio de algún juguete. Con el tiempo aprenderán a compartir y a jugar juntos con los mismos juguetes.

    - Enseñar a jugar con todos. Habrá que animar a los niños a que dejen jugar a todos aquellos que piden participar en el juego y a los que son más tímidos y no se atreven a preguntar, se les podría invitar a que ellos también entren a formar parte del juego. De tal forma, que nadie se quede excluido y a nadie le hagan el vacío.

    - Enseñar a conseguir las cosas sin pegar. En ocasiones, los niños son demasiado impulsivos y en cuanto alguien les molesta o no consiguen lo que quieren utilizan el manotazo, el empujón o la patada para lograr lo que desean. Como adultos les podemos ayudar a poner en palabras aquello que quieren sin utilizar la fuerza. Como último recurso, se les puede decir que busquen la mediación de un adulto, pero lo que debemos evitar los mayores es el empleo de frases tipo, “si a ti te pegan, tú pega”.

    - Enseñar a pedir perdón y a perdonar. Los niños deben aprender a pedir perdón y a relacionar ese gesto con el firme propósito de no volver a repetir aquello que está mal. No siempre por el mero hecho de decir “¿me perdonas?” y dar un beso todo está solucionado, habrá que mostrarles también las consecuencias de sus actos. También es importante que los niños aprendan a perdonar de corazón, de manera que no les queden sentimientos de rencor o venganza.

    - Enseñar a respetar la propiedad ajena. Para que los niños sepan bien a qué atenerse, conviene que los padres y profesores les indiquemos bien cuáles son los límites, para que así ellos los conozcan claramente. Hay que mostrarles que las cosas ajenas no se pueden coger a su antojo, sino que deben pedir permiso para ello.

    - Enseñar a respetar a los demás. Nadie es más que nadie. Todas las personas tenemos virtudes y defectos, si nos burlamos o reímos de los demás no debemos olvidar que ellos también podrían hacernos lo mismo. A veces da resultado poner a los niños en la piel del otro, para hacerles entender cómo se puede estar sintiendo ese niño en esas circunstancias y preguntarles si a ellos les gustaría pasar por lo mismo.

    - Enseñar a valorar lo bueno de los demás. Todo el mundo tiene cosas buenas aunque la tendencia general siempre es la de fijarnos en lo negativo, por eso, un buen ejercicio, ya desde pequeños, es el de aprender a destacar o señalar las cosas positivas de los demás. Podemos animar a los niños a que nos digan alguna cosa buena de sus amigos o hermanos o que nos cuenten en que destaca tal o cual compañero.

    - Enseñar a ser fiel a los compañeros. Poco a poco los niños deben ir desterrando el chivateo. Cuando los niños chivan, muchas veces es por un sentimiento de envidia hacia el otro o porque esperan la felicitación del adulto, haciéndonos caer en la cuenta de que ellos no están realizando esa conducta negativa. De cualquier manera, lo que pretenden es llamar nuestra atención, cosa que no deben conseguir. Es necesario que no reforcemos este tipo de conductas.

    - Enseñar a no competir con los demás. La competitividad es algo que debe darse a nivel personal, cada uno debe intentar hacer las cosas cada día mejor y ser cada vez mejor. Los niños deben procurar no estar continuamente pendientes de lo que hacen los demás, ni mucho menos compararse con los otros compañeros. Para ello, es de gran ayuda que los adultos tampoco les fomentemos las ansias de ganar o de ser siempre el primero.


    - Enseñar a ayudar al compañero. Hay que despertar el interés de darse a los demás y una buena manera de hacerlo es a través de la ayuda que se puede ofrecer a los compañeros. Los profesores y padres podemos impulsarles para que enseñen o ayuden en aquello que sepan hacer bien o tengan cierta destreza o habilidad, como por ejemplo: a atarse los botones o cordones, doblar la ropa, jugar al fútbol,etc.

    Algunos, quizá puedan pensar que los niños de educación infantil todavía son muy pequeños para hacer todas estas cosas. No debemos olvidar que estamos educando para el futuro y esta etapa es fundamental para que con nuestra ayuda, vayan despertando el afán de ser amigos de todos, empiecen a tener ganas de ser buenos compañeros, les nazca la preocupación por los demás y empiecen a sentir el deseo de ayudar.



    Fuente: Catholic.net - Autor: Fernando Pascual



    El niño es como una esponja que absorbe todo lo que se pone junto a su piel. Si a su lado encuentra cariño, será un niño cariñoso. Si a su lado encuentra vinagre, será un niño “avinagrado”. Mucho, muchísimo, depende de lo que le ofrecen quienes son responsables de su educación.


    Los primeros encuentros de un niño se realizan en el seno de la familia y, más en concreto, en el contacto frecuente con la madre. La madre es la máxima “comunicadora” con el hijo, incluso desde el periodo embrionario, donde el contacto entre ella y el feto es de una riqueza enorme.


    Existen estudios que muestran cómo el afecto materno en el periodo de la gestación puede llegar a influir en la vida de quien marcha hacia el esperado nacimiento. Además, desde el momento en el que el feto desarrolla el sentido auditivo, es capaz de escuchar la voz de su madre, y se habitúa al ritmo del latido del corazón, que es, quizá, el origen de nuestro entusiasmo ante los pasodobles y músicas interpretadas según el compás binario...


    Después del parto, la madre sigue ocupando un papel privilegiado. En muchos pueblos todavía la lactancia se prolonga durante varios meses, e implica un encuentro cara a cara entre ese par de ojos que es un niño de pocos kilos, y la mirada tierna y amorosa, llena de afecto y de esperanza, de quien le dio a luz.

    Desde el nacimiento y con el pasar del tiempo los contactos se van abriendo a más personas. En primer lugar, al padre, que comparte con la madre las fatigas y sobresaltos de las primeras semanas (y meses) y que besa y ama a quien es su hijo e hijo de su esposa. Luego, a los hermanos, los abuelos, los tíos y primos... Los lazos familiares van marcando las primeras experiencias y relaciones de quien entra en el mundo adulto lleno de ilusión y con un gran espíritu de “absorción”.

    Los contactos iniciales marcan profundamente la vida del hijo y lo introducen en el mundo de los valores. La generosidad se aprende en el continuo constatar la disponibilidad del pecho de mamá para las horas (más inverosímiles) de comida o cena. La alegría se aprende de las sonrisas que aquí y allá van dibujándose en los rostros de quienes se acercan a la creatura y contemplan sus ojitos sorprendidos y curiosos. La justicia entra en la conciencia del niño cuando “descubre” cómo el padre y la madre se reparten las tareas de la casa, y cómo se mantienen firmes ante una indicación o mandato que no cambia por más sonoro que sea el llanto del hijo (cuando ese llanto obedece sólo al capricho y no a una auténtica necesidad personal); o cuando ve una coherencia entre lo que dicen sus padres (“es malo ver este programa de televisión”, “si fumas te arruinas los pulmones”) y lo que hacen.

    El desarrollo de la propia vida ética depende también de otros factores, y se va configurando a lo largo de los años de la infancia, niñez, adolescencia, primera (y segunda) juventud, e incluso en la misma edad adulta. Pero lo que se ha sembrado dentro del hogar resulta ser de un valor extraordinario, muchas veces decisivo para el resto de la vida.

    Por eso una familia que quiera un hijo feliz, un hombre maduro, debe prestar atención a esas primeras etapas, debe tomar conciencia del milagro maravilloso que se opera ante sus ojos: el ingreso en el mundo de los valores de un ser que mañana podrá ayudar, quiéralo Dios, a otros nuevos hombres y mujeres a ser felices como lo fue él gracias a unos padres que se amaban y que le amaban. 
    LOS PROBLEMAS DE APRENDIZAJE

    Los PROBLEMAS DE APRENDIZAJE uno de los miles de nombres que erróneamente se le da a un problema, debido a que es uno de los muchos síntomas de una lesión cerebral (Que por cierto TODOS tenemos en mayor o menor grado). La única manera de solucionar estos PROBLEMAS DE APRENDIZAJE, es identificando cuál es realmente la lesión, en qué parte del cerebro y qué tan lesionado se encuentra, conociendo esto y la manera ordenada y lógica como se desarrolla la estructura del cerebro humano, podremos solucionar realmente el problema y desaparecerán sus síntomas como los PROBLEMAS DE APRENDIZAJE.


     Cuando el proceso de formación de la estructura del cerebro está completo (normalmente a los seis años) los niños deben ser capaces de enfocar bien, coordinar los movimientos y tener un hemisferio dominante lo que los hará zurdos o diestros, si no lo son TOTALMENTE muy probablemente presentaran problemas con la lateralidad y convergencia visual lo cual les impedirá por más inteligentes y despiertos que sean reconocer las letras, símbolos numéricos etc. y presentarán PROBLEMAS DE APRENDIZAJE que no es más que el síntoma de una lesión cerebral, como el problema no está en el cerebro y no en el ojo será imposible solucionarlo con unas gafas (en el caso de la convergencia) o una operación (en caso de estrabismo)

     Los niños que presentan PROBLEMAS DE APRENDIZAJE originados por una lesión cerebral en un porcentaje de su cerebro, si son atendidos de manera correcta, (tratando la lesión cerebral con la estimulación adecuada) le permitirá continuar con la formación correcta de su estructura cerebral y serán niños y adultos normales capaces de desarrollar su inteligencia de manera normal y hasta superior. Pero si son tratados sus síntomas sin solucionar el problema, la solución será momentánea y generalmente los síntomas volverán a aparecer

     Las lesiones cerebrales como todos los problemas pueden ir desde moderados hasta severos, cuando es moderada, la mayoría de las muchas funciones del cerebro se podrán realizar correctamente, podrá hablar correctamente, ser muy hábil físicamente y despierto pero puede ser incapaz de leer o al contrario. Pero si la lesión es más severa muchas de las funciones del cerebro se verán afectadas como la movilidad, el habla, la capacidad manual etc.

    Un problema del aprendizaje es un término general que describe problemas del aprendizaje específicos. Un problema del aprendizaje puede causar que una persona tenga dificultades aprendiendo y usando ciertas destrezas. Las destrezas que son afectadas con mayor frecuencia son: lectura, ortografía, escuchar, hablar, razonar, y matemática.


    Los problemas del aprendizaje varían entre personas. Una persona con problemas del aprendizaje puede tener un tipo de problema del aprendizaje diferente al de otra persona. Los investigadores creen que los problemas del aprendizaje son causados por diferencias en el funcionamiento del cerebro y la forma en la cual éste procesa información. Los niños con problemas del aprendizaje no son “tontos” o “perezosos.” De hecho, ellos generalmente tienen un nivel de inteligencia promedio o superior al promedio. Lo que pasa es que sus cerebros procesan la información de una manera diferente.

    No hay ninguna “cura” para los problemas del aprendizaje. Ellos son para toda la vida. Sin embargo, los niños con problemas del aprendizaje pueden progresar mucho y se les puede enseñar maneras de sobrepasar el problema del aprendizaje. Con la ayuda adecuada, los niños con problemas del aprendizaje pueden y sí aprenden con éxito.

    ¿Con Qué Frecuencia Ocurren los Problemas del Aprendizaje? ¡Son muy comunes! De hecho, más de la mitad de todos los niños que reciben educación especial tienen un problema del aprendizaje 

    ¿Cuáles son las Señales de un Problema del Aprendizaje?  No hay ninguna señal única que indique que una persona tiene un problema del aprendizaje. Los expertos buscan una diferencia notable entre el progreso escolar actual y el nivel de progreso que podría lograr, dada su inteligencia o habilidad. También hay ciertas indicaciones que podrían significar que el niño tiene un problema del aprendizaje. Estas están incluidas más abajo. La mayoría de ellas están con las tareas de la escuela primaria, ya que los problemas del aprendizaje tienden a ser descubiertos en la escuela primaria. Es probable que el niño no exhiba todas estas señales, o aún la mayoría de ellas. Sin embargo, si el niño exhibe varios de estos problemas, entonces los padres y el maestro deben considerar la posibilidad de que el niño tenga un problema del aprendizaje. Cuando el niño tiene un problema del aprendizaje, él o ella:


    1. Puede tener problemas en aprender el alfabeto, hacer rimar las palabras o conectar las letras con sus sonidos;
    2. Puede cometer errores al leer en voz alta, y repetir o detenerse a menudo;
    3. Puede no comprender lo que lee;
    4. Puede tener dificultades con deletrear palabras;
    5. Puede tener una letra desordenada o tomar el lápiz torpemente;
    6. Puede luchar para expresar sus ideas por escrito;
    7. Puede aprender el lenguaje en forma atrasada y tener un vocabulario limitado;
    8. Puede tener dificultades en recordar los sonidos de las letras o escuchar pequeñas diferencias entre las palabras;
    9. Puede tener dificultades en comprender bromas, historietas cómicas ilustradas, y sarcasmo;
    10. Puede tener dificultades en seguir instrucciones;
    11. Puede pronunciar mal las palabras o usar una palabra incorrecta que suena similar;
    12. Puede tener problemas en organizar lo que él o ella desea decir o no puede pensar en la palabra que necesita para escribir o conversar;
    13. Puede no seguir las reglas sociales de la conversación, tales como tomar turnos, y puede acercarse demasiado a la persona que le escucha;
    14. Puede confundir los símbolos matemáticos y leer mal los números;
    15. Puede no poder repetir un cuento en orden (lo que ocurrió primero, segundo, tercero); o
    16. Puede no saber dónde comenzar una tarea o cómo seguir desde allí.

     ¿Y la Escuela?  Los problemas del aprendizaje tienden a ser diagnosticados cuando los niños llegan a la edad escolar. Esto es porque la escuela se concentra en aquellas cosas que pueden ser difíciles para el niño—leer, escribir, matemática, escuchar, hablar, razonar. Los maestros y los padres observan que el niño no está aprendiendo como se esperaba. Es posible que la escuela solicite una evaluación para ver cuál es la causa del problema. Los padres también pueden solicitar una evaluación.


    Con trabajo duro y la ayuda apropiada, los niños con problemas del aprendizaje pueden aprender más fácil y exitosamente. 

    Los apoyos o cambios en la sala de clases (a veces éstos son llamados acomodaciones) ayudan a la mayoría de los alumnos con problemas del aprendizaje. La tecnología asistencial también puede ayudar a muchos alumnos a sobrepasar sus problemas del aprendizaje. La tecnología asistencial puede variar desde equipos de “baja tecnología” tales como grabadoras hasta herramientas de “alta tecnología” tales como máquinas de lectura (las cuales leen libros en voz alta) y sistemas de reconocimiento de la voz (los cuales permiten al alumno “escribir” por medio de hablarle al computador).

    Es importante recordar que el niño puede necesitar ayuda tanto en la casa como en la escuela. Los recursos enumerados más abajo ayudarán a las familias y maestros en averiguar más sobre las muchas formas de ayudar a los alumnos con problemas del aprendizaje.


      CONSEJOS PARA PADRES
      1. Aprenda más sobre los problemas del aprendizaje. Mientras más sabe, más puede ayudarse a sí mismo y a su niño. 
      2. Elogie a su niño cuando a él o ella le vaya bien. Los niños con problema del aprendizaje rinden bien en una variedad de cosas. Averigüe cuáles cosas le gustan a su niño, tales como bailar, jugar fútbol, o trabajar con las computadoras. Dele bastantes oportunidades a su niño para perseguir sus fortalezas y talentos.
      3. Averigüe cómo su niño aprende mejor. ¿Aprende por medio de experiencias prácticas, o por medio de mirar o escuchar? Ayude a su niño a aprender por medio de sus áreas de fortaleza.
      4. Deje que su niño ayude con las tareas domésticas. Estas pueden aumentar su confianza y destrezas concretas. Mantenga las instrucciones simples, divida las tareas en pasos pequeños, y recompense los esfuerzos de su niño con elogios.
      5. Haga las tareas escolares una prioridad. Lea más acerca de cómo puede ayudar a su niño a tener éxito con las tareas. 
      6. Ponga atención a la salud mental de su niño (¡y a la suya!). Esté dispuesto a recibir asesoramiento, el cual puede ayudar a su niño a tratar con las frustraciones, sentirse mejor acerca de sí mismo y aprender más sobre las destrezas sociales.
      7. Hable con otros padres cuyos niños tienen problemas del aprendizaje. Los padres pueden compartir consejos prácticos y apoyo emocional. 
      8. Reúnase con el personal escolar y ayude a desarrollar un plan educacional para tratar con las necesidades de su niño. Planifique las acomodaciones que su niño necesita.
      9. Establezca una relación de trabajo positiva con el maestro de su niño. Por medio de la comunicación regular, pueden intercambiar información sobre el progreso de su niño en casa y en la escuela.